Cuando, con un gesto sencillo de la mano, encendemos una luz, generalmente no nos damos cuenta de que nos hemos puesto en contacto con una Central Eléctrica, situada probablemente muy lejos, y de que esta Central nos suministra electricidad instantáneamente.
Ya se ha producido la electricidad. Ahora, es preciso transportarla desde la Central hasta ciudades o industrias que, con frecuencia, se encuentran a mucha distancia.
Existe un problema: la electricidad, al ser
transportada a través de las líneas, sufre pérdidas. Estas pérdidas son menores
si la tensión de transporte es elevada (lo que se conoce como alta tensión).
Por eso se utilizan líneas a 220.000 ó 380.000 voltios. Así, la energía
eléctrica puede recorrer grandes distancias con pocas pérdidas.
También se utilizan líneas a 110.000 ó 132.000
voltios.
Actualmente, estas líneas alcanzan en España una
longitud de más de 45.000 km, o sea, que podría rodear la Tierra por el
Ecuador, con miles de torres sustentando los cables conductores.
Se consigue así también una explotación más económica
del sistema eléctrico: por ejemplo, una región que tenga llenos sus embalses
producirá energía eléctrica con sus Centrales Hidráulicas y la podrá enviar a
cualquier región alejada que esté necesitada de ella, sin que ésta tenga que
gastar fuel-oil —que es un combustible caro—en sus Centrales Térmicas.
Este sistema está conectado también con Portugal. Y
con el resto de Europa, a través de Francia.
Los «pasos» o transformaciones de unas tensiones a
otras se realizan en instalaciones transformadoras.
Se habla de Estación transformadora cuando en ella se transforma una corriente de alta tensión en otra de alta tensión, por ejemplo, de 220.000 voltios a 132.000 voltios o de 132.000 voltios a 66.000 voltios.
Se llama Subestación transformadora cuando lo que se
convierten son medias tensiones, es decir, de 66.000 voltios a 22.000 voltios.
La última reducción de la tensión de la electricidad en su camino hacia el consumidor se consigue en los Centros de Transformación: de allí sale la energía, en su último y corto recorrido hacia el domicilio del consumidor, a 420 ó 230 voltios ( baja tensión). Es la «tensión de consumo», así llega a la casa, al taller, a la granja...
Las utilizaciones de la electricidad, después de realizar su largo y rapidísimo viaje, son innumerables: cocina, calefacción, frigorífico, congelador, televisor, ascensores, escaleras mecánicas, alumbrado público, alumbrado para quirófanos, incubadoras para recién nacidos, máquinas impresoras, tornos, fresadoras... ¡Y tantas otras cosas! Imagínate, si puedes, un mundo sin electricidad. ¡Sería tan distinto! Y seguramente más sucio, más pobre y más triste.
Nuestro mundo es un mundo eléctrico. Para conseguirlo y para mantenerlo, son necesarias grandes inversiones de dinero y grandes esfuerzos humanos. Para empezar, hay que tener unas instalaciones (centrales, líneas, etc.) sobredimensionadas, ¿Qué quiere decir esto? Pues que deben tener un tamaño tal, que puedan atender la máxima demanda eléctrica que se pueda alcanzar en el país: piensa en un día entre semana en el que haga mucho frío. Todo el mundo utilizará aparatos, máquinas, transportes eléctricos... y todo el mundo enchufará todos los aparatos de calefacción. El sistema eléctrico debe tener la dimensión suficiente como para aguantar esa carga, aunque luego haya épocas del año en la que la demanda sea mucho menor y algunas instalaciones tengan que estar paradas momentáneamente.
Claro, que no se conseguiría nada si, además, unos buenos equipos de hombres, dotados de material moderno, no se esforzaran constantemente en mantener todo eso en perfecto funcionamiento. Hacen lo que haga falta: reparar una línea derribada por un vendaval o por una ventisca de nieve, arreglar un transformador que se ha quemado... lo que sea. Llueva, nieve o sea de noche.
Y así, para que tú tengas
luz al instante y en cualquier momento, todas estas instalaciones, todos estos
equipos, todos estos hombres trabajan durante las 24 horas del día y los 365
días del año. La electricidad no duerme, ni tiene vacaciones.
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