Con el paso de los años, la seguridad
de las redes se ha convertido en un requisito que se extiende a todos los
procesos vulnerables a los cortes de electricidad.
El concepto de seguridad de
funcionamiento viene definido por las siguientes magnitudes:
● disponibilidad de energía
● frecuencia anual de cortes,
● mantenibilidad.
Objetivos
El objetivo del estudio del
comportamiento de una red en términos de seguridad de explotación es:
● diseñar la arquitectura de red óptima
para satisfacer las necesidades de suministro energético de los receptores de
la instalación de acuerdo con los requisitos de continuidad impuestos por el
proceso, gracias a:
o un mejor control de los riesgos derivados de los cortes de energía,
o mejores criterios de decisión para elegir entre varias soluciones;
● prever situaciones de
funcionamiento anómalas, cuantificar su probabilidad y definir un nivel de
confianza asociado al suministro de energía eléctrica.
Fenómenos y orígenes
La presencia de energía eléctrica
se caracteriza normalmente por:
● Fiabilidad para una duración
determinada DT, expresada por el tiempo medio entre dos fallos -MTBF-, o por el
tiempo medio hasta el primer fallo -MTTF-,
● Disponibilidad en el tiempo
T,
● Tiempo medio desde el fallo
hasta la reparación -MTTR-.
El suministro de energía
eléctrica depende esencialmente de:
● la estructura topológica de la red
eléctrica para todos los regímenes de funcionamiento posibles y durante sus
cambios de estado: normal, degradado o en régimen de emergencia,
● el funcionamiento normal del
sistema cuando los distintos regímenes de funcionamiento se desarrollan
correctamente,
● la organización del mantenimiento,
● la previsión de perturbaciones
accidentales.
Efectos y soluciones
Desde el punto de vista
eléctrico, las averías de la red adoptan principalmente las siguientes formas:
● Cortes de corriente de los
distribuidores de energía: las propias redes de distribución están sujetas a
fallos o perturbaciones (avería de equipos, perturbaciones atmosféricas, etc.).
Esto provoca bajadas de tensión y cortes breves o prolongados en las
subestaciones de entrada. En función de la topología de la red y de los medios
desplegados, estas perturbaciones pueden propagarse hasta los receptores.
● Fallos de aislamiento: los
cortocircuitos provocan bajadas de tensión o interrupciones en los receptores,
en función de:
o las protecciones instaladas y su selectividad,
o la distancia "eléctrica" del receptor con respecto a la avería,
o la topología de la red, con o sin dispositivos de reconfiguración de redundancia activa o pasiva.
● Disparos intempestivos:
provocan el corte de la alimentación de los receptores situados aguas abajo.
● Fallos de funcionamiento: cuando
la aparamenta no efectúa un cambio de estado solicitado (no abre o no cierra a
petición). En general, estos fallos no provocan perturbaciones directas en los
receptores. En cambio, suelen ser fallos no detectados que provocan un mal
funcionamiento de la red cuando se produce otro fenómeno, como:
o
pérdida de protección y/o selectividad
o
pérdida de recursos de reconfiguración, de
reserva, etc.
Los efectos de las caídas de
tensión o los cortes de suministro dependen de la sensibilidad del receptor.
Algunos receptores, como los
equipos informáticos, son sensibles a las caídas de tensión o a las
interrupciones muy breves (algunas decenas de ms), mientras que otros equipos
pueden aceptar interrupciones más largas sin perturbar el proceso.
Por tanto, es esencial
caracterizar los equipos por su nivel de sensibilidad.
Además, la duración real de la
pérdida del receptor o del proceso no siempre es proporcional a la duración del
corte de corriente. En algunos casos, la reposición del servicio puede depender
de muchos más parámetros que el simple retorno de la energía eléctrica
(restablecimiento del funcionamiento de una sala blanca, parametrización de una
máquina herramienta, proceso químico, etc.).
Por lo tanto, es necesario
evaluar la criticidad de los receptores como consecuencia de su parada.
Los medios tradicionales
utilizados para protegerse de todas estas perturbaciones son:
● fuentes autónomas
(generadores, turbinas de gas, etc.),
● múltiples acometidas de la
red de distribución lo más independientes posible,
● utilización de sistemas de
desensibilización (inversores, no-break, etc.),
● sistemas que permitan el
reabastecimiento, ya sea mediante la reconfiguración de la red (onduladores de
alimentación, red en bucle, etc.), ya sea mediante una fuente de energía
secundaria lo más cercana posible al receptor,
● aplicación de medios que permitan
detectar los fallos lo antes posible (periodicidad del mantenimiento
preventivo, test automáticos, etc.).
Las ventajas de un estudio
Un estudio de seguridad operativa
ayuda a controlar el riesgo asociado a los sucesos graves a la hora de diseñar
la arquitectura de una red eléctrica mediante:
● la determinación de la
criticidad de los receptores y, en función de su nivel de sensibilidad, de los
incidentes graves para la instalación eléctrica. Se trata de identificar los
puntos críticos de la red y asociarles criterios de rendimiento de seguridad;
● el análisis cuantitativo de
una o varias arquitecturas de base en función de los índices de seguridad;
● la justificación final de la
elección de los sistemas de reserva y/o desensibilización, redundancia y
mantenimiento preventivo en función de las exigencias del cliente.
Ejemplo
Este caso procede de un estudio
de mejora de la red eléctrica de un centro en una industria automovilística
(véase la fig. 1). El objetivo era reducir el alcance (duración y número) de
las interrupciones debidas a averías o trabajos de mantenimiento.
● Objetivo del cálculo
Realizar un análisis de
criticidad y cuantificar la situación existente, para después proponer mejoras.
● Resultados del cálculo
El cálculo permitió definir las
modificaciones de la topología que aportarían las ganancias de seguridad
deseadas (véase el diagrama de la figura 1).
Se ha conseguido un tiempo de inactividad anual inferior a una hora, y el mantenimiento de los equipos eléctricos puede realizarse sin interrumpir el proceso.
Figura 1: Mejoras
recomendadas (líneas grises) en la red eléctrica de una industria
del automóvil, esquema y resultados
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