Introducción
Las
barras se emplean generalmente para el transporte de grandes corrientes; más de
1000 A. También se emplean para corrientes menores en el interior de recintos
cerrados (p. e. armarios, cubiertas metálicas o aislantes) y en recintos no
cerrados con tensiones no peligrosas, (p. e. baños electrolíticos, lámparas
dicroicas).
En
general las barras se emplean desnudas, no obstante también se usan ejecuciones
cubiertas de resina colada (poliéster, epoxi) formando un bloque rígido. Estas
ejecuciones permiten una menor carga pero presentan notables ventajas en cuanto
a: la seguridad de las personas, protección contra influencias externas,
espacio ocupado, etc.
Las
altas intensidades a que están sometidas las barras producen unos efectos
térmicos como en cualquier conductor pero con connotaciones especiales en el
caso de las barras. También producen unos efectos dinámicos que pueden ser muy
importantes, p. e. en caso de cortocircuito. Estos efectos, térmicos y
dinámicos son los que determinan básicamente el dimensionado de las barras.
En
corriente alterna y altas intensidades se presenta un significado repartimiento
desigual de la corriente, debido a las corrientes de Foucault inducidas. Esta
distinta densidad de corriente, incluso dentro una misma pletina, da lugar a
unas pérdidas adicionales, superiores a las que corresponderían en corriente
continua, y por tanto, a un mayor calentamiento.
Esto
ocurre no sólo en cada pletina individual, sino también en el conjunto de
pletinas que forman las barras, de manera que las pletinas externas toman más
carga que las internas. La mayor densidad de corriente se da en los bordes
externos.
Las
pérdidas por corrientes de Foucault son más o menos proporcionales a la
frecuencia y a la conductividad del material, pero son proporcionales al
cuadrado de la sección.
A
igualdad de sección el aluminio presenta aproximadamente un 65% de las pérdidas
por corrientes de Foucault que presenta el cobre, pero a igualdad de
resistencia este índice pasa a ser del orden del 160 %.
Disposición
Por
consideraciones de simplificación del montaje se suelen usar 1 ó 2 pletinas por
fase. A efectos de pérdidas, la mejor solución es la de 2 pletinas por fase.
Para
mayores intensidades la disposición preferible es la de 4 pletinas por fase
pero ampliando la separación entre las pletinas 2 y 3. Ello da un mejor reparto
de la corriente:
Un
aumento de separación b-a de 10 a 30 mm no representa ninguna mejora
sustancial; debemos ir a separaciones mayores. Con una separación b-a = 70 mm,
el reparto de corriente por pletinas de una misma fase resulta:
Es
decir, el desvío de carga queda reducido a ± 7% del que correspondería por
fase.
o de tubo que, a efectos
de distribución de la corriente ofrecen un mejor comportamiento. El uso de más
de 4 pletinas por fase resulta antieconómico pues reduce poco las
desigualdades; así p. e. el uso de 7 pletinas por fase lleva a una distribución
de corriente como la siguiente:
Comparado
con el uso de 4 pletinas/fase vemos:
●
Las
pletinas extremas resultan muy poco descargadas, han pasado del 26,7 % al 25,6
%.
●
Las
pletinas centrales resultan muy desaprovechadas 5,4 % y 7,5 %.
También
pueden descartarse la disposición de 3 barras por fase, pues la central
descarga muy poco las externas.
En
baja tensión, donde las distancias de aislamiento entre fases pueden ser
pequeñas, será conveniente considerar también la posibilidad de usar múltiples
pletinas planas, de pequeña sección distribuidas alternativamente.
Esta
disposición ofrece un significativamente pequeño factor de Foucault y una
mínima caída de tensión inductiva.
En las
barras, al igual que en la mayoría de los componentes eléctricos, hay que
considerar dos tipos de calentamiento:
● El
producido por la corriente de empleo, que en condiciones normales de
funcionamiento, es una corriente permanente o de larga duración.
● El
producido en condiciones anormales o de fallo, siendo el caso más extremo el de
cortocircuito. En este caso, el tiempo de disparo de las protecciones suele ser de corta duración.
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