DOMINIQUE FRANÇOIS
JEAN ARAGO
• 26 de febrero de 1786, Estagel, Perpiñán (Francia).
† 2 de octubre de 1853, París (Francia).
Este físico francés
originario de Estagel, Departamento de los Pirineos Orientales, nació el 26 de
febrero de 1786. Parecía destinado, desde niño, a dedicarse a la vida campesina
por su constitución atlética, su carácter franco y osado, su predisposición y
aptitud a los trabajos manuales. Pero al tomar su padre posesión de un cargo
oficial en Perpignan, la familia se traslada a esta ciudad meridional y es
matriculado en el Liceo de la misma. Destacó en matemáticas, para su edad, por
lo que a los dieciséis años se atreve y se le autoriza a presentarse a los exámenes
de la Escuela Politécnica de París.
Los estudiantes de
Perpignan eran examinados en la ciudad de Toulousse, por un profesor venido de
París. Sus disertaciones sobre análisis matemático fueron tan audaces y
contundentes que el examinador se dirigió a él en estos términos: "Señor,
podéis hacer los preparativos para la marcha. Usted será recibido el primero".
Aceptado en la Escuela Politécnica con este grado jamás lo perdió.
Arago, por haber
participado y contribuido al desarrollo científico en más de media docena de
campos diferentes, no parece tener un renombre especial, aunque puede
considerársele uno de los mayores físicos que ha dado Francia.
Terminados sus
estudios tuvo intención de dedicarse a la carrera militar pero su talante le
hizo aceptar un puesto en el Observatorio de París. Uno de sus primeros trabajos
los realizó en nuestro país, pues junto con el también físico Jean Baptiste
Biot viajó a España a medir un arco del meridiano. Prácticamente terminados los
trabajos, Biot regresó a Francia y Arago se queda en Mallorca para realizar las
últimas triangulaciones.
La aventura de
Arago a partir de este momento es propia de una novela de aventuras. El pueblo
español está en armas contra los franceses (la Guerra de la Independencia está
próxima). Al retirarse la escuadra gala que bloqueaba a las Baleares, a sus
puertos, las hogueras que Arago y sus colaboradores hacían por las noches, como
referencias para sus medidas, fueron interpretadas por los isleños como señales
militares, con el consiguiente intento de linchamiento.
Su dominio del
castellano unido a su sangre fría le evitan una muerte segura. Con la ayuda de
su amigo, el astrónomo Rodríguez, logró huir en una barca a la isla de Cabrera
y de allí a Argel, después de innumerables peripecias.
Devuelto a Francia
en un barco argelino, una nave española lo captura y lo lleva prisionero al
puerto catalán de Rosas, donde sufre todo tipo de vejaciones y padecimientos.
Puesto en libertad, nuevamente en barco se traslada a Marsella, pero pierde el
rumbo y es empujado por los vientos hacía Cerdeña. Después de diez días de
deriva por el Mediterráneo llega a las costas africanas. Desde allí, por
tierra, consigue alcanzar Argel, entre nativos hostiles. Buscando la ayuda del
jeque que le había ayudado a su huida de España. Pero desgraciadamente para el
geógrafo, las cosas habían cambiado. El nuevo jeque lo detiene, encarcela y
esclaviza, hasta que es reclamado por el cónsul de Suecia y devuelto a Francia.
Todavía antes de llegar a tierras galas tiene problemas con la escuadra inglesa
que bloquea Toulon.
Por fin llegó a
París, después de visitar a su familia en Perpignan, presentándose a la
Academia de Ciencias y al Bureau de Longitudes, pero con algo increíble: Todos
los datos geográficos y geodésicos encargados. Había estado desde 1806 a 1809
en cárceles, desiertos y mares, pasando infinidad de penalidades y
sufrimientos, pero había conseguido salvaguardar las anotaciones geográficas.
Arago también
participó en política, definiéndose decididamente como republicano, colaborando
en .las revoluciones de 1830 y 1848. Cuando Luis Napoleón se autoproclamó
emperador, con el nombre de Napoleón III, pidiendo juramento de lealtad a los
funcionarios, renunció a su puesto en el Observatorio de París, por no estar
dispuesto a rendir esta pleitesía. El emperador, prudentemente, no forzó el
juramento pero tampoco aceptó la dimisión.
A los 67 años,
dejaba esta vida, en París el día 2 de octubre de 1853.
Una de las mayores
aportaciones a la Física las hizo en Optica. Estudió la física de la luz,
defendiendo en principio la teoría corpuscular y pasando después a la
ondulatoria (lo que le provoco la enemistad con el compañero de viaje a España,
Biot).
Trabajando con
Fresnel le informó de las experiencias de Young, que aceptaba que las ondas
luminosas eran transversales en lugar de longitudinales. Al aceptar Fresnel
esta teoría, encaminando su investigación por este campo, Arago renunció a
seguir por este camino, por no tener confianza en llegar a buen puerto.
La teoría de la
polarización coloreada fue demostrada mediante un aparato construido por él, su
polaroscopio.
Sin embargo, por lo
que aquí interesa, es por sus innumerables descubrimientos en electricidad y
magnetismo. Tal vez, el principal fue la imantación artificial por corrientes
eléctricas.
Este descubrimiento
lo hizo 1820 cuando trabajaba, junto con Ampere, en las experiencias de Oesterd
del mismo año. El fenómeno se podría explicar diciendo que una barra de acero o
hierro dulce, rodeada por un conductor de cobre por el cual circula una
corriente eléctrica, se comporta como un imán. Una vez interrumpida la
corriente desaparece la imantación.
Esto está
justificado por una nota que se conserva en el Bureau de Longitudes de París,
con fecha del 20 de setiembre de 1820, que dice: "Monsieur Arago habla de
una nueva experiencia de la cual resulta que una pila voltaica imanta el hierro
dulce".
El siguiente 25 de
setiembre el Monitor Universal anuncia que un "hilo conjugado" (es
decir, que une los dos polos de una pila activada), se carga de limaduras de
hierro como si fuera un imán.
No sería de
extrañar que este descubrimiento hubiese sido hecho, o por lo menos inspirado, en
uno de sus accidentados viajes por el Mediterráneo, ya descritos. Así lo deduce
en unas líneas escritas en una memoria titulada "Compendio de
observaciones electrodinámicos", publicado en 1822. Explica Ampere que,
según palabras del propio Arago, viajando en un barco con dirección a Marsella,
y en las proximidades de Argel, un rayo cayó sobre el bajel y, sin saber por qué,
la brújula realizó una semirevolución (sin que el capitán se percatase del
hecho). El extremo de la aguja que debía marcar el Norte señalaba ahora hacia
la costa de África (?). Al poco tiempo el barco arribaba a las playas
argelinas.
Es lícito pensar
que este extraordinario fenómeno fue el que hizo nacer en Arago la idea del
electroimán.
Por otra parte se
le encargó, por parte del Gobierno, un estudio en las máquinas de vapor
(importantes generadores de fuerza motriz en esa época), para conocer la relación
que existía, a altas presiones, entre la fuerza elástica del vapor de agua y su
temperatura. Los peligros que tuvo que correr con estas experiencias fueron tal
vez superiores a los que tuvo que soportar en su odisea juvenil.
La polarización coloreada,
varios métodos para medidas luminosas, magnetismo de rotación, importantes y
novedosos estudios sobre la brújula son debidos a François Arago.
Como profesor no
fue menos brillante que como investigador. Mostró gran capacidad en el arte de
exponer un hecho científico, resaltando la profundidad, el rigor y la claridad
de su método.
Es el creador, o
por lo menos un pionero, de la divulgación científica a través de las
publicaciones tituladas Notices Scientifiques recopiladas cada año en el
Annuaire de Bureau des Longitudes.
En 1829 fue
nombrado secretario perpetuo de la Academia de Ciencias de París, sección de
ciencias matemáticas, sustituyendo a otro nombre ilustre, Fourier. Con este
motivo deja sus labores de enseñanza en la Escuela Politécnica para dedicarse
intensamente a la nueva tarea, que ya no abandonó hasta su muerte.
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